Las crónicas de Calamburia nos cuentan cómo el Rey Comosu fue entrenado en secreto por dos capellanes (Mitt Clementis e Irving van der List) que le enseñaron a ser rey para, más tarde, motivar una de las guerras por el trono que ha vivido el continente.
Finalmente Comosu derrocó a la reina y se alzó con el poder. Fue entonces que los capellanes fueron perseguidos, detenidos y encarcelados… sin embargo, la fe en el Titán que profesaba cada calamburiano no menguó.
Estaba claro que volvía a ser necesaria una figura representativa del Titán. Alguien que guiara al pueblo y le consolara en los momentos difíciles. Sin embargo, esta vez la reina Sancha III no deseaba caer en el error de dar libertad a los capellanes. Ya habían tenido demasiada, y era necesario establecer cierto control sobre su estamento.
Así pues, Sancha III no tardó en instaurar un sistema jerárquico para controlar un estamento que hasta ahora funcionaba de manera independiente, sin regular y únicamente guiado por la fe de sus componentes.
La Alta Curia fue diseñada para controlar la religión al Titán. Ahora ellos son los encargados de nombrar nuevos capellanes, controlar la fe en los fieles, combatir la herejía… y, por supuesto, obedecer los mandatos de la corona, pues en última instancia están supeditados a ella.
Para este nuevo cargo, Sancha III escogió a dos capellanes de confianza. Ella, llamada Juana, bautizó en el pasado a Urraca y Petequia. Él, Inocencio, fue antaño su propio confesor. Las dos figuras eran perfectas para el nuevo cargo que iba a crearse.
En la actualidad, la Alta Curia aparenta ser fiel al Titán, pero en secreto sigue las órdenes de la Corona, confabula con ella, y se dedica a preservar el trono de Sancha III.
En los últimos años algo ha debido pasar con Juana, porque ha sido destinada como misionera a las marismas para predicar la fe del Titán y la devoción a la Corona a las mismísimas amazonas. Decir que esta tarea es peligrosa es quedarse corto, de modo que hay quien murmura que Sancha ha podido detectar que Juana no estaba dedicándole toda la fidelidad que exigía, y la ha mandado a una muerte segura.
Su lugar lo ocupa ahora a la hija menor de la familia Colby, Katrina. De muchos es sabido que los Colby no tienen mucho dinero, y no han podido darle dote a su hija, ni casarla con ningún varón pues ,sospechosamente, los ha rechazado a todos.
Katrina ha pasado a ser la acólita de Inocencio I, pero está muy lejos de perseguir la fe al Titán o las confabulaciones que éste hace para preservar a las actuales reinas en el trono. Esta vida impuesta está muy alejada de sus sueños, que no son otros que convertirse en marinera, vivir aventuras y viajar a la isla Kalzaria para conocer, muy de cerca, a la reina Mairim Lancaster. Por eso, en secreto, se ha enrolado en el barco del capitán Walter Kennedy.
Por el momento, Inocencio no sospecha nada de esta doble vida, Katrina ha sabido muy bien representar su papel de devota acólita… pero tal vez sea cuestión de tiempo que se entere, y cuando lo haga, quizás haya otro horrible lugar al que destinar a la muchacha como misionera.
LA ALTA CURIA
Presentación
Son los representantes de la religión en Calamburia. Ellos dirigen la iglesia al Titán, ordenan nuevos sacerdotes y se preocupan de preservar la fe de los ciudadanos. Lo que pocos saben es que en realidad han sido colocados por la corona, y que bajo su fachada de aparente bondad, se ocultan oscuros y maquiavélicos intereses. ¡Un devoto saludo para la Alta Curia!
La pareja
Inocencio I
El Supremo Benevolente es su título. Él es la cabeza de la iglesia. Legiones de fieles se arrodillan a su paso y piden su bendición. E incluso hay quien le ha atribuido diferentes milagros. No obstante,l guarda una aspiración secreta: gobernar un día Toda Calamburia.
Él Es Inocencio I.
Katrina
Una acólita procedente de familia noble. Acata las órdenes de la curia cuando alguien vigila… pero hay quien dice que se fuga del monasterio cuando puede para hacerse a la mar como grumete.
¡Ella es Katrina, la entregada a la fe!
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