46. LOS TEMBLORES DEL CAOS

La tierra se agitó de un extremo a otro de Calamburia. Ni siquiera los eruditos de Skuchain fueron capaces de prever un acontecimiento tan fuera de lo corriente.

Se trató de un temblor suave, pero que anunciaba, sin duda, la llegada de algo importante. Algo que terminaría por cambiarlo todo.

Los primeros en notarlo fueron los Hijos del Dragón. Allí abajo, cerca del Inframundo, Uruyumi pudo captar el débil quejido de la tierra. Den Shiao, que meditaba no muy lejos, comprendió que aquello vaticinaba un acontecimiento peligroso, de modo que marchó a la tierra de los muertos para preguntar a sus ancestros.

hijos del dragon temblor

Los segundos en orden fueron los Inventores. Ambos no tuvieron más remedio que agachar la cara de vergüenza al sentir el suceso, pues sabían que los temblores habían sido originados por una de sus máquinas. ¡Es increíble lo que pueden cambiar las cosas cuando se varía la ubicación de una sola tuerca!, sobre todo, si se trata de una máquina para alterar la realidad…

inventores temblor

Los Eruditos, enfrascados en su perpetuo aprender, decidieron que lo mejor era estudiar el fenómeno, de modo que, apenas hubieron percibido cómo los temblores les desconcentraban de su estudio, resolvieron encerrarse en la biblioteca y estudiar aún más. Seguro que entre los volúmenes de libros hallaban alguna respuesta.

eruditos temblor

Los Nómadas, por su parte, se encomendaron al Titán tras comprobar cómo las dunas del desierto eran removidas. Al – Yavist nunca antes había temblado. Aquello no era natural.

En cambio, los mercaderes reaccionaron de modo contrario. Banjuló y Ujaranza, que vendían cosas en el mercado de Instántalor, se frotaron las manos de pura codicia, pues sintieron que Calamburia agitaba a sus habitantes, lo cual facilitaba que las cosas se les cayeran de los bolsillos.

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Zora, la marquesa de Siahuevo, sintió que el corazón se le detenía por la emoción. Pensó que aquel estruendo no eran sino ensayos con fuegos artificiales, o una comitiva de cien mil hombres a caballo, al menos. Todo ello debía ser el preludio para anunciar las nupcias de su hija con Comosu. Melindres, por el contrario, no llegó a sentir nada, pues se hallaba muy ocupada con un hortelano…

marquesas temblor

Incluso muy al norte, en las montañas, el pequeño terremoto logró desencadenar algún que otro alud. Los Salvajes se asustaron y tomaron sus armas. Dorna pensó que tropas de humanos civilizados se habían decidido a atacar; de modo que ordenó a Corugán desencadenar un hechizo protector. Nadie vino en su busca, por supuesto.

Los últimos en detectar que algo raro sucedía fueron los trovadores. Se encontraban demasiado embebidos en sus poemas, en sus loas y en sus músicas como para percibir cualquier hecho del mundo real. Cuando al fin se enteraron, supusieron que, al fin, el mundo se había estremecido al comprender su arte.

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El temblor sólo duró unos instantes; luego cesó, y la tierra volvió a quedarse como si nada. Los calamburianos regresaron a sus quehaceres, alegando que habría sido algo sin importancia, una de aquellos antojos que de vez en cuando manifestaba el Titán.

¡Pobres ingenuos! Preparaban su viaje a la arboleda para asistir a la Gran Final del II Torneo desconocíendo cuánto iba a afectarles el caos, y cómo sus vidas transcurrirían, a partir de entonces, de modo muy diferente.

45. MAGIA NEGRA Y MAGIA BLANCA

El aire se llenó de carga eléctrica, de chisporroteos de energía. La zíngara, agitando sus manos, pronunció una salmodia en un idioma inteligible. Tenía al Archimago justo donde deseaba: de espaldas y entretenido en otras cuestiones. Era el momento ideal para lanzar su conjuro.

Eme, poseído con la esencia de Theodus, había logrado poner a salvo a Ébedi antes de que el nuevo rey Comosu empezara a dictar una serie de leyes tiránicas. La Guerra por el Trono de Ámbar había tocado a su fin, y el bando de la reina Urraca rendía las armas. Sin embargo, Kálaba no estaba conforme. Ella deseaba una venganza personal. Fue por ello que, reuniendo toda la magia oscura que pudo, allí, en el mismo palacio, lanzó contra Eme la más poderosa de sus maldiciones.

EME REINO CALAMBURIA CALAMBUR

Pero por fortuna, el joven estudiante ya no era un muchacho despistado y tontorrón. Como ya se ha dicho, el alma del Archimago recorría sus venas. Fue esta nueva habilidad la que le alertó del peligro. Eme se volvió, empuñó su varita y respondió a la zíngara con un muro protector. La maldición chocó contra este muro y se deshizo en el aire; después Eme contraatacó. Agitó su varita en el aire, formuló las palabras mágicas y, finalmente, apuntó a su enemiga. De la varita surgió un rayo blanco, igual al que generara una tormenta. El rayo impactó contra Kálaba y la hizo caer desde las almenas de palacio. Estaba derrotada.

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Pero aún no estaba muerta.

El Archimago puso a salvo a los miembros del bando perdedor. Les condujo por un pasadizo secreto hasta la salida, y mientras arriba, en los salones del castillo, Kashiri ponía en marcha una conjura secreta para dominar a Comosu, Eme marchó rumbo hacia Skuchain. Los muros protectores de la escuela le resguardarían mientras pensaba en una salida a tanto conflicto.

No obstante, su viaje nunca llegó a concluir. A una jornada de donde se hallaba la Puerta del Este, Eme fue interceptado por una sombra difusa, casi imperceptible entre la espesura.

-Aún no hemos terminado este combate –sentenció una voz de mujer.

-Kálaba – reconoció el Archimago-. ¿Acaso no has tenido suficiente guerra?

-Es una contienda que no me importa, y lo sabes. Yo sólo peleo por un objetivo. ¡Muéstrame lo que sabes hacer, Theodus!

La mujer elevó las manos al cielo y, en un instante, todo se cubrió de tinieblas. Eme comprendió que aquél no sería un combate rápido. La zíngara se había fortalecido, de modo que no se libraría de ella con una simple descarga de energía. Así pues desenfundó su varita, dispuesto a combatir hasta el final. Allí, en aquel punto incierto de Calamburia, uno de los dos moriría.

KALABA CONJURA            Los sortilegios no tardaron el cruzarse de un objetivo a otro. Kálaba invocó unos tentáculos de humo negro que, emergiendo desde el suelo, intentaron enterrar vivo al Archimago. Este se los quitó transformándolos en hielo; y los tentáculos, después de volverse carámbanos, estallaron en mil pedazos. El Archimago contraatacó entonces, lanzando con su varita otro de aquellos rayos de luz. Pero Kálaba estaba preparada para uno de esos ataques, de tal forma que el rayo impactó contra un muro de huesos que emergió de la tierra.

-¡Se acabó, Archimago! ¡Saluda a la Emperatriz tenebrosa de mi parte! –gritó la zíngara, mientras un aura negra se formaba a su alrededor.

Eme estudió la potencia de aquella magia. Era el golpe definitivo, aquello que decidiría el combate. No tuvo más remedio que preparar el mejor de sus conjuros: un golpe de energía que, semejando la hoja de una gigantesca cuchilla, cortara a Kálaba por la mitad.

Los hechizos se ejecutaron al mismo tiempo. La cuchilla de energía rasgó el aire, y hasta logró segar el aura de fuerza negra y hallar el cuerpo de Kálaba. La zíngara sintió cómo le atravesaba la carne, y hasta las mismas entrañas, para salir por su espalda. Notó cómo su cuerpo perdía fuerza y, poco a poco, se separaba en dos mitades. Pero mientras aún estuvo consciente, pudo constatar cómo su magia también había envuelto al Archimago. Eme peleaba por liberarse de ella, pero el aura negra penetró por su boca y se aposentó dentro de su espíritu.Captura de pantalla 2015-06-02 a las 16.14.40

Los dos cayeron.

Diez horas después, Eme recuperó el conocimiento. Estaba con vida, pero había olvidado su naturaleza como Archimago. Aquella parte de su ser, la más poderosa, yacía encerrada en el centro de su pecho, presa de una cruel maldición. De nuevo, no era más que un despistado estudiante de magia.

En cuanto a Kálaba, despertó en un lugar muy diferente de Calamburia. Estaba en el Inframundo, a merced de los caprichos de Kashiri. Por fortuna, la muerte no es el peor de los males para una servidora de la oscuridad.

Kálaba regresaría al mundo de los vivos. Estaba segura de ello.

kalaba fuego inframundo

44. UN MENSAJE NO ESCUCHADO

Algo que Laurencia no podía creer, durante su estancia en el Inframundo, fue que hubiera hecho tantos amigos.Pensaba, inconsciente de ella, que sólo hallaría almas en pena lamentándose por no poder dedicarse a los placeres mortales. En su lugar, Laurencia pudo conocer a algunos de los grandes héroes de Calamburia, entre los que destacaba el maestro Den Shiao Khan.

Allí, en las oscuras y frías cavernas de las profundidades, el maestro reveló a la famosa beoda que, en realidad, él estaba muerto con sentido. ¿Y qué podía significar eso? La muerte era el más inútil de los estados. No tenía sentido, se viera por donde se viera. No obstante, el Den Shiao tenía las cosas muy claras. Con una media sonrisa, le explicó a la borrachina que, como miembro de una raza antiquísima, era capaz de vislumbrar las hebras del futuro. Y cuando uno comprende el suceder del destino, puede saber si es mejor permanecer vivo o muerto.DEN SHIAO

Pero aquella explicación seguía sin entrar en la cerviz de Laurencia. Para ella, morir no era provechoso, de modo que el Maestro tuvo que explicárselo en detalle.

Uruyumi y él, habiendo emergido de las profundidades de su olvidado reino, habían puesto rumbo a la arboleda de Cath – Unsum para participar en el torneo. Su esperanza era recuperar la Esencia de la Divinidad para devolver a su extinta raza parte de la notoriedad pasada. Las posibilidades de triunfar eran elevadas. Los dos habían entrenado durante mucho tiempo, y conocían habilidades improvisatorias que no estaban al alcance de todos los mortales. Sin embargo, cuando el futuro se mostraba prometedor, el maestro Den Shiao tuvo una de sus frecuentes visiones del futuro.

HIJOS DEL DRAGON CON MASCAREn su visión, un acontecimiento trágico amenazaba con desestabilizar todo el continente: una vorágine de caos y desconcierto, que acabaría con la vida de muchos y que, de no ser detenida a tiempo, destruiría el mismo tejido de la realidad.

¿Cómo detenerla? Ni siquiera el maestro conocía esta respuesta, pero quizás algunos de los sabios de su raza, aquéllos le llevaban miles de años muertos, sí supieran qué hacer.

Ahí estaba la razón, el sentido de todo, la forma de hacer de la muerte algo provechoso. Den Shiao Khan se había quitado la vida -y renunciado así a su participación en el torneo- para visitar a los Hijos del Dragon fallecidos y preguntarles cómo detener el Maelström que se avecinaba. Allí continuaba, en el Inframundo, esperando obtener una respuesta.

El asunto era complejo y grave, muy grave. Pero ¡ay!, En el fondo, a Laurencia no le interesaban tales acontecimientos. La muerte era para ella mucho más grave, ¿y no era mejor resucitar, aunque fuera durante unas pocas horas? Disfrutar el momento, vivir un segundo… sí, un segundo tan solo. ¿Qué más podía importar si el mundo iba a terminarse? Lo que interesaba era disfrutar al máximo, sin importar cuánto le quedar a la tierra de Calamburia.

De modo que, por desgracia, Laurencia no prestó atención a las palabras de Den Shiao, pues para ella no había sentido para tal sacrificio. Y así seguiría, sin entenderlo hasta que, semanas después, tuviera que sacrificar su vida por la de su hermano Drawets.

 

43. HISTORIAS DE BORRACHOS

Que Laurencia siempre ha sido una borrachina, lo sabe hasta el último calamburiano. Incluso los salvajes, allá en sus montañas del norte, conocen a la que siempre anda achispada, como se le suele llamar.

Laurencia Impro CalamburiaEn la Taberna dos Jarras, dicen que Laurencia se bebió una vez ocho maceteros llenos de cerveza, ¡y no eran maceteros pequeños! Nadie creería esta historia propia de beodos, de no ser porque el record aparece por escrito en un diploma que Ébedi tuvo a bien encargar, y que adorna la pared de la taberna. Hasta el momento, ni el más enorme de los salvajes ha logrado ingerir tamaña cantidad de alcohol sin caer grogui.

Pues sí, no hay valiente que beba más que Laurencia. La joven cortesana siempre ha estado orgullosa de su don, y dado que el Titán prolonga su longevidad por tiempo indefinido, no le preocupan los estragos que el alcohol pueda ocasionar en sus tripas.

Sin embargo, un hecho inesperado ha sucedido en las últimas semanas; algo que nadie esperaba: Laurencia, para sorpresa de todos, ha fallecido.

Tan pronto se ha conocido la noticia, un aluvión de especulaciones ha recorrido cada taberna, fonda, posada y cortijo. Como ya se sabe, los borrachos son muy hábiles elaborando invenciones, en especial si se hallan dominados por los vapores etílicos. Pero la verdadera historia, la auténtica realidad de los hechos, es que Laurencia ha sido ejecutada por aquel que le concedió la eterna longevidad, el mismo Titán.

¿Qué pecado ha cometido la joven? Aquél que más le tentaba: beber la Esencia de la Divinidad.

drawets y laurencia calamburia improCuando Laurencia y Drawets no se encuentran presentando el Torneo, o involucrados en algún que otro conflicto que el Titán les encomiende, retozan en la arboleda de Catch Unsum sin que nadie les moleste. Allí tienen una cabaña, escondida entre los árboles milenarios. Los dos siervos del Titán conocen muy bien la zona, y están al tanto del secreto sobre cómo extraer la Esencia de la Divinidad. Ésta es la misma savia que recorre los árboles más viejos, de modo que si se realiza un corte adecuado en un árbol concreto durante la fecha apropiada, puede extraerse sin problemas.

LAURENCIA ESENCIA CALAMBURIA IMPROLaurencia, tentada siempre por probar nuevos licores, conoce el secreto para la extracción, y desde el principio, desde que fue condenada por el Titán, ha deseado probar ese líquido. Más de una vez, sosteniendo el búcaro con la Esencia, ha sido Drawets quien, en el último momento, lo ha apartado de sus labios.

Pero Drawets ha estado muy ocupado estos días presentando el Torneo, y Laurencia ha dispuesto de mucho tiempo libre… demasiado tiempo libre, a decir verdad.

La verdadera historia sobre su muerte es que Laurencia, una vez consumidas todas las botellas de sus licores habituales, sintió la tentación de beber de la Esencia. Por supuesto, no quería aprovechar sus poderes. No le interesaba pedir ningún deseo, ni siquiera pensó en ello. Lo único que quería era probar el líquido más ansiado de Calamburia. De modo que realizó un corte en uno de los árboles y bebió.

Un segundo después, estaba muerta.

El Titán ha castigado su osadía, y ahora Laurencia no tiene otro líquido que probar que las aguas del río Estigio.

Pero todavía hay una salvación. El Titán, en su misericordia, va a permitir que Drawets baje a los infiernos y rescate su alma… si Kashiri lo permite, claro.

Esta es el relato verdadero, el auténtico y fiel a los hechos sucedidos. Así ha muerto Laurencia.

Todo lo demás, se cuente lo que se cuente, no son más que historias de borrachos.

KASHIRI LAURENCIA CALAMBURIA IMPRO INFRAMUNDO

 


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