LOS INFANTES

Del encamamiento entre el rey Sancho I el Breve y la reina Melindres, nacieron tres trillizos: dos varones y una hembra. El primer nacido fue llamado Rodrigo en honor a su abuelo y su bisabuelo; el segundo fue llamado Sancho en honor a su reciente y desgraciadamente fallecido padre; y la tercera, recibió por nombre Zoraida en honor a su abuela materna la reina madre Zora von Vondra.

De pequeño, Rodrigo, el primogénito, demostró ser un niño apocado y poco ducho en los asuntos de la guerra o el gobierno. Desatendía sus clases de esgrima y las lecciones de los eruditos y se pasaba el día cuidando con mimo del jardín. Allí vio crecer a su primera patata a la que llamó “Tubedculín”. Y es que, a pesar de su sangre real y de que su destino era ceñirse un día la corona, el pequeño infante Rodrigo tenía un evidente defecto del habla del que sus hermanos siempre hacían mofa. Esa misma deficiencia le hacía incapaz de pronunciar su propio nombre lo cual –junto con su carácter dócil y acoquinado– hizo que los demás infantes le pusieran el cruel sobrenombre de “Doddy”. Él detestaba que le llamaran así pues le recordaba que, lejos de la majestuosidad y gallardía que se esperaba de un heredero al Trono de Ámbar, él –con sus piernas enclenques, su cortedad de vista y sus deficiencias del habla – no era sino una broma macabra del destino. Seguramente fuera por eso que le gustaba pasar las horas muertas en el huerto, donde sí podía dar rienda suelta a su verdadera vocación: la jardinería. “Las patatas” a menudo se decía mientras las cuidaba y mimaba “tienen mejor corazón que la mayor parte de las personas”.

Por su parte, Sancho, el segundo nacido, siempre fue ducho con la espada. Era fuerte, gallardo y valiente. Tenía el arrojo que se requería de un rey y, según decían algunos, corrían por sus venas vestigios de la sangre salvaje de su abuela Dorna. Sin embargo, ya desde pequeño, fue un niño difícil. Se dedicaba a atormentar tanto a su hermano como al resto de niños de la corte y, muy a menudo, tenía incontrolables ataques de ira. Aunque desapercibidos para Melindres –para quien sus tres hijos eran todo virtud– no pudieron ser ignorados por su abuela Zora quien, muy a su pesar, creía encontrar similitudes con los comportamientos que la propia reina Melindres tenía de pequeña. La reina madre acudió a la Profetisa de las Arenas, la misma que un día vaticinó que su hija sería reina. Esta profetizó que Sancho no llegaría a adulto y que moriría ejecutado por alguien de sangre real a causa de sus acciones. La reina madre acabó por temer que, en alguno de aquellos episodios de explosiva agresividad, Sancho cometiera la locura de dañar a su hermano Doddy, heredero al trono, al cual solo había sucedido en el orden de nacimiento por diez miserables minutos. ¿Qué otra podría ser la futura causa de tan mal augurio?

Dignos herederos de su dinastía, los infantes crecieron rápido, dispuestos a ocupar los importantes puestos que el destino les deparaba. Pero, ¿serán capaces “Doddy” y Sancho –y más ahora que tantos candidatos al trono pretenden disputar su derecho al trono– de unirse y cooperar para mantener el legado de los Rodrigo-von Vondra?


LOS HEREDEROS DEL INFRAMUNDO

Presentación

Ellos son la esperanza del linaje de ámbar: los dos únicos hijos varones que el rey Sancho dio a la reina Melindres antes de su muerte. Criados para alcanzar un día el poder, los mellizos reales vienen dispuestos a demostrar su valía y librar a la tierra de Calamburia de los múltiples usurpadores que últimamente la infestan. ¡Postraos ante los Infantes de Calamburia!


La pareja

Doddy

Por solo diez minutos de ventaja, Rodrigo fue el primero de los tres hijos de Melindres. De pequeño, ciertos problemas de dicción que le impedían pronunciar su propio nombre le hicieron ganarse su cruel mote. Su mayor afición es el cultivo de su propio huerto de tubérculos a quienes considera mejores personas que las personas. ¡Una reverencia para Doddy, el Príncipe Heredero!

Sancho

Algo de la sangre de su abuela Dorna parece haber pervivido en el carácter del Infante Sancho. A pesar de los esfuerzos de sus tutores por convertirle en un cortesano civilizado, sus frecuentes ataques de ira atemorizan a la corte. Algunos dicen que, de haber nacido unos minutos antes, quizás hubiera sido llamado a grandes designios. ¡Temblad ante la ira de Sancho, el Segundo Nacido!