Amunet no fue fruto de la amorosa unión de sus progenitores, pues el matrimonio entre su madre Evolet, Señora del Inframundo, y su padre el antiguo rey Rodrigo IV, fue una mera alianza de conveniencia. La argucia que la pareja había forjado era la de engendrar un vástago con sangre real y derecho a convertirse en el legendario Emperador de los Dos Mundos.
Sin embargo, y contra todo pronóstico, su madre –la aparentemente fría e imperturbable emperatriz tenebrosa– le dio a la niña todo su amor desde el momento de su nacimiento. Eso la convirtió en una chiquilla dulce que siempre se sintió querida y protegida. Desde pequeña, pasaba el tiempo jugando con los demás pobladores del inframundo. De entre ellos, su favorito era un pequeño y enclenque demonio llamado Xezbet al que sus hermanos mayores siempre ridiculizaban y atormentaban. El buen corazón de Amunet hizo que pronto se convirtieran en amigos inseparables y, un día, mientras fantaseaban en cómo sería un inframundo gobernado por ellos, llegaron a prometerse en secreto.
Pero todo cambió cuando llegó la Conjura de los Demonios. La pobre y tierna Amunet fue testigo de la muerte de Evolet a manos de sus propios servidores que, con Abraxas a la cabeza, la traicionaron y asesinaron. Ante tan espantosa visión, el corazón de la niña estalló en mil pedazos y –aún sabiendo que no podría vencer a todos los demonios juntos– se dispuso a perder la vida vengando la suerte de su amada madre. Justo a tiempo de evitar la inmolación, su amigo y prometido Xezbet la convenció para que aguardara con paciencia el momento de la venganza. Confió en él, ya que era el único aliado que le quedaba y, en cuanto fue nombrada Emperatriz Tenebrosa y recibió el báculo y los poderes de su madre, se vengó de todos los conjurados. Capturó uno por uno y encerró en objetos mágicos a todos los demonios salvo a Xezbet, con quien ahora gobierna el Inframundo con mano de hierro.
Xezbet era el menor y aparentemente menos poderoso de los Seis Demonios del Inframundo. Los demonios son los seres originarios e inmortales que siempre han poblado el submundo. Se trata de tres íncubos (demonios macho) y tres súcubos (demonios hembra), cada uno con un terrible y particular poder maligno que, sin embargo, requiere ser alimentado como lo precisa una hoguera. Para poder mantener sus poderes, los demonios necesitan alimentarse del sufrimiento mortal más puro. Ese es el verdadero y oculto motivo por el que los emperadores y emperatrices del Inframundo siempre han sido seres mortales. Los propios demonios alcanzaron hace milenios el pacto, propuesto por el propio ingenio ladino de Xezbet, de renunciar a gobernar el inframundo. En su lugar, un alma mortal –la más atormentada de las almas– gobernaría los designios del submundo con el título de Emperador o Emperatriz mientras les alimentaba y les permitía vivir en plenitud. Cuando llegara el ocaso de su dolor, ya fuera porque el tiempo permitiera el olvido al pobre mortal, ellos se encargarían de buscar un nuevo repuesto al que vampirizar durante mil años más.
Xezbet, el astuto demonio, descubrió que, tras el nacimiento de Amunet, algo había empezado a cambiar en la Señora del Inframundo. Sonreía con más frecuencia, miraba a su retoño con ternura, parecía feliz… Al percibirlo, el Señor del Engaño, cuyo poder era el de manipular a sus congéneres, ideó un maligno plan con el que se libraría de la decadente Evolet, se vengaría de sus engreídos hermanos y hermanas y se convertiría en el primer demonio en acceder al puesto de Emperador Consorte. Él ideó la Conjura de los Demonios, garantizándoles a íncubos y súcubos un nuevo corazón roto con el que alimentar sus poderes. Por ello se encargó de que Amunet contemplara la muerte de su madre. A su vez, prometió a sus hermanos controlarla si la nombraban la nueva Señora del Inframundo, para luego traicionarlos y volver contra ellos el poder de la recién nombrada Emperatriz. Ahora Xezbet ambiciona que, mediante el legítimo derecho que le otorga la sangre real de los Rodrigo, Amunet reclame también para ellos el trono de Calamburia. La única pieza crucial de su malévola artimaña es que su esposa y actual Señora del Inframundo, nunca se de cuenta del ardid.
LOS HEREDEROS DEL INFRAMUNDO
Presentación
Vienen directos de las más oscuras profundidades del Inframundo. En sus manos reside la suerte y custodia de todas las ánimas de los muertos, y bajo sus órdenes sirve el ejército infernal más poderoso. ¡Entregad vuestras almas a los Herederos del Inframundo!
La pareja
Amunet
El amor de su madre, la anterior Emperatriz del Inframundo, la convirtió en un ser dulce y bondadoso, pero todo cambió cuando la vió morir a manos de los demonios. Su prometido, el demonio Xezbet, la convenció para que aguardara al momento de la venganza y aproveche su sangre real para reclamar también el trono de Calamburia. ¡Postraos ante Amunet, Emperatriz de los Dos Mundos!
Xezbet
El menor de los seis Demonios del Inframundo. Quizás no sea el más poderoso de sus hermanos, pero es sin duda el más listo y retorcido. Con sus artes para la manipulación y su enorme paciencia, ha logrado deshacerse de todos sus rivales y ahora es Emperador consorte del Inframundo. Sin embargo, oculta a su futura esposa un oscuro secreto… ¡Guardaos de las intrigas de Xezbet, el Señor del Engaño!