(continuación de La Otra Calamburia. Parte I )
…La historia de la otra Calamburia, por el hecho de resultar no real, como dirían los más sesudos eruditos de Skuchain, es compleja y, en gran medida, se encuentra en la bruma. No obstante, es curioso cómo, en ocasiones, las dos realidades confluyen de alguna manera y se entremezclan. La viva imagen de esto son los hermanos Flemer.
¿Por qué los hermanos sospechan acerca de otra realidad más que nadie?Muy sencillo: porque ellos son uno de los flecos de esa otra realidad; de ese mundo cruel e inmisericorde gobernado por Zora von Vondra.
En aquel otro tiempo y lugar, los Flemer lideraban el grupo de rebeldes en pos de un futuro mejor. La cruda realidad, sin embargo, era que cada ataque o complot que realizaban terminaba siendo frustrado por los afines al sistema. Así, Katurian y Teslo asumieron que lo necesario era variar el curso de los acontecimientos desde su misma raíz: el ascenso de Zora al reinado.
La historia de su llegada al gobierno estaba llena de oscuridad y traiciones. Zora, siempre ansiosa por reinar, sabía que el rey Rodrigo IV se hallaba a las puertas de la muerte. Corrían rumores de quién podía ser su sucesor, aquél que sería el prometido de Petequia. Zora, sin embargo, ideó un plan para frustrar el ascenso al trono. Viajó al norte y contrajo matrimonio con uno de los hombres más poderosos de Calamburia: Corugán de las Tierras Altas, el chamán más poderoso de los salvajes.
Con aquel matrimonio, Zora se aseguró un ejército de extremada potencia. Así descendió al Palacio de Ámbar y organizó un golpe de estado. Frente a la mirada atónita del pueblo, decapitó al joven noble Rodrigo de Haines, a quien el difunto rey había concedido el trono, y desterró a las princesas Petequia y Urraca. Después ocupó el palacio junto a Corugán. Calamburia le pertenecía, pero aún existía un poder mayor al que acceder.
No mucho después se celebró el Torneo de Calamburia. Zora y Corugán recibieron una C. Su poder en las artes improvisatorias les otorgó la victoria. Apenas hubo tocado la Esencia de la Divinidad, Zora engañó a su marido y pidió un deseo para ella sola: ser todopoderosa. A partir de entonces, nada ni nadie podría desobedecer sus órdenes.
¿Cómo detener semejante poder? Los rebeldes no tardaron en comprender que cualquiera de sus intentos chocaba contra la voluntad inamovible de Zora, de modo que los hermanos Flemer dedujeron que su única posibilidad era alterar la realidad en un punto clave del tiempo: el matrimonio de Zora y Corugán.
Así pues, se pusieron manos a la obra e idearon la fabricación secreta de una máquina del tiempo. Su intención era la de viajar a un pasado en el que Zora todavía fuese Marquesa, e impedir que llegara a reinar. Por desgracia, las hebras del tiempo son complicadas de variar, y los hermanos Flemer lo sabían. Cualquier hecho, si se alteraba de forma radical, podía significar la completa destrucción del continuo espacio tiempo. Había que lograr que Zora, de algún modo, llegara a conocer a Corugán… o a alguien que se le pareciera.
¡Pues claro! Aquella era la solución: conseguir alguien que se pareciera a Corugán de las Tierras del Norte. Por desgracia, aquel salvaje no tenía par entre los suyos. Nadie podía igualársele. Así pues, los Flemer decidieron que si no podían hallar un Corugán de repuesto, lo inventarían.
Al tiempo que fabricaban su máquina del tiempo, los dos hermanos lideraron un complejo plan para entrar en contacto con el salvaje. Sabían que desde que Zora era todopoderosa, Corugán le guardaba una fidelidad obligada. Había comprendido que la Reina le había utilizado para lograr sus propósitos, y en su interior rabiaba de furia. De este modo, los capellanes entablaron una serie de reuniones secretas entre Corugán y los inventores. Al final se produjo un acuerdo: el poderoso chamán había de sacrificarse por el bien de Calamburia; su espíritu y su cuerpo serían desdoblados, y dividido su poder.
El cambio en la realidad era sutil; no destruiría el universo y, al mismo tiempo, permitiría que el reinado de von Vondra nunca tuviera lugar.
Todo estaba dispuesto, salvo el elemento más importante de todos: la Esencia de la Divinidad. Por suerte, los trovadores habían sido los ganadores de la última edición del Torneo. Arriesgando sus vidas, lograron escapar con de Zora con el ansiado trofeo.
Heridos y maltrechos, los Trovadores llevaron la Esencia hasta los inventores. Teslo y Katurian pusieron a punto la máquina y se despidieron de los rebeldes: el viaje en el tiempo era de sólo ida. Quedarían atrapados en el presente alternativo… pero no importaba con tal de llevar a cabo su objetivo y mejorar la vida de cada Calamburiano.
Así dieron el salto hasta una época en la que Zora era joven y ambiciosa. Allí viajaron al norte y hallaron a un Córugan recién nacido. Mediante extraños artilugios encantados con la magia de Corugan, los dos inventores desdoblaron al bebé en otro idéntico. De este modo, uno conservaría todo su poder chamánico, mientras que el otro almacenó el intelecto. Este segundo bebé, al que bautizaron como Félix, fue llevado a la torre de Skuchain. Allí, los dos inventores lo entregaron en brazos de Theodus y explicaron al Archimago la historia sobre la realidad alternativa. El niño pronto demostraría ser un prodigio mental, así que no era mala idea criarle como erudito.
¡El experimento había dado resultado! ¡Los dos hermanos triunfaron! Sí, habían salvado el futuro.
Ya sólo les quedaba retirarse y esperar la muerte en aquel otro tiempo apacible. Pusieron rumbo al sur, a un viejo faro abandonado. Allí desmontaron pieza a pieza su máquina del tiempo y dedicaron el resto de sus vidas a la acumulación de material para experimentos que jamás construirían.
En realidad no les concernía a ellos hacerlo.
Años después, en esta Calamburia nueva donde Zora continúa siendo marquesa, y donde Comosu ha destronado a su padre y a la reina Urraca del Palacio de Ámbar, dos jóvenes hijos de mercaderes habrían de hallar un extraño cubo; un mapa hasta un faro lleno de herramientas y artilugios sin construir. Así, los hermanos Flemer de esta realidad alternativa estarían destinados a encontrar una suerte de almacén de artefactos y maquinaria que, por alguna extraña razón, alguien parecía haber dejado allí para ellos…
Calamburia vive hoy días de relativa estabilidad, pero tal vez haya motivos para inquietarse. ¿Acaso no es cierto que Zora no llegó a casarse con el erudito? ¿Cuánto altera esto el inalterable suceder de las cosas? Y, de variarlo demasiado, ¿hasta cuándo se mantendrá la estabilidad del continuo espacio tiempo?
Que los eruditos den respuesta a estas cuestiones, si es que las saben y logran escrutarlas, pues la verdad es que, sobre la auténtica Calamburia, la que fue y la que es, cada vez quedan más hechos disipados entre las cosas que jamás sucedieron.