( continuación de Elegido por el destino Parte I )
Nox significa noche, se repite Sergei, mientras rememora los capítulos de su pasado. En la capital todo el mundo duerme. Las calles, silenciosas, se han convertido en territorio de los gatos.
Una ciudad para los gatos y para él, Sergei Nox: un asesino a sueldo, un elegido por el destino.
¿Y por qué él? ¿Quién le seleccionó entre todos los calamburianos? ¿Qué azar le designó para la tarea de arrebatar vidas? Sergei eleva la mirada a los cielos, donde una luna redonda y amarilla le invita a perderse entre sus cráteres. Su imaginación vuela al pasado, hasta alcanzar el instante en el que comenzó su transformación.
-Es tu nombre -le dijo aquel desconocido, mientras los dos abandonaban el bosque-. Mi nombre es Arak. Significa Herida. Eso decía mi papel.
-¿Quién eres? –quiso saber Sergei, todavía confuso.
-Un asesino. Aparecí en el bosque, como tú, y fui recogido por mi mentor. Él me enseñó a matar y me dijo que, en quince años, debía regresar a este lugar para recoger a mi pupilo.
-Eso es muy extraño.
-Lo es.
Arak no pretendía continuar aquella conversación. Sin embargo, el rostro aterrado de Sergei le obligó a hacer un esfuerzo.
-Pertenecemos a una antigua sociedad de asesinos. Cada miembro despierta en un lugar concreto de Calamburia a una fecha concreta, y es recogido por el maestro que habrá de entrenarle. Nadie sabe por qué razón o qué factores conducen a este fenómeno. Lo único que debes tener claro, Nox, es que has sido elegido por tus cualidades. Naciste para ser un asesino, y morirás como tal.
-¡Yo no quiero ser un asesino!
-Pues lo eres.
Sergei se detuvo. Sus piernas eran incapaces de responderle; no podía dar un paso más.
-No puedo… no puedo dedicarme a matar a gente.
-Eres un asesino –Arak se volvió-. Yo también dudé al principio, pero debes comprender que es tu destino. Si no lo aceptas, terminarás lamentándolo… y mucho. El universo necesita equilibrarse. Existe demasiada gente bondadosa. A nosotros nos ha tocado ser los malos. Eso es todo, asúmelo.
Por supuesto, aquellos argumentos no terminaron de convencer a Nox. Muchas veces intentó escaparse, o se acobardó ante el entrenamiento, o le desveló la tentación del suicidio. Pero en su fuero intento empezó a comprender que le encantaba deslizarse en las sombras, sorprender a su maestro en los entrenamientos, cazar en sigilo y aprender el manejo de la espada y el cuchillo. Así, una mañana, se levantó comprendiendo que había nacido para arrebatar vidas.
Poco después, Arak llegó con un sobre lacrado.
-¿Qué es? –preguntó Nox.
-Tu primer trabajo.
Nox sintió que un sudor frío se escapaba por todos sus poros. En aquel papel había un nombre, y aquella persona habría de morir. Tomó la misiva y la observó. Estaba lacrada con el sello de la nobleza de Ámbar. Leyó el nombre que aguardaba en su interior:
-Sir Erlin, de Siahuevo de Abajo. ¿Quién es?
-Es un caballero, un muchacho que tendrá uno o dos años menos que tú. Es el prometido de Melindres, la hija de la duquesa de Instántalor. Melindres es una niña, pero ya le han buscado marido.
-No parece que a la duquesa le convenga, a judgar por el lacrado.
-No juzgues, Nox. Sólo ejecuta tu trabajo.
Y así fue. En su primer asesinato, Sergei eligió el puñal. Se mudó a Siahuevo y vivió como un falso comerciante de telas durante semanas, lo justo para estudiar a su enemigo, aprender sus costumbres y sus aficiones. Cuando llegó el momento no dudó. Mientras el joven paseaba por el jardín de su palacete, a mediodía, cayó sobre él y pasó la hoja por su garganta.
Ya era un asesino.