Años atrás, el error de ciertos viajeros temporales hizo que el Códice de la Oscuridad, el famoso libro de las brujas, cayera en manos de Inocencio I, máximo representante de la Iglesia del Titán. La lectura de ese texto supuso una revelación tal que cambió por completo la forma de ver la religión del Supremo Benevolente, que se decidió a reestructurar su Iglesia ante la nueva verdad revelada: el Titán, en realidad, nunca fue el ser de luz que imaginaban los Capellanes, sino un Titán Oscuro. Autoritario y castigador, amante del sacrificio y de la férrea unidad de la fe, la nueva deidad fue tomando forma como un ser despiadado al que había que entregar toda libertad y ante cuya autoridad había que entregarse por completo. Viendo en ello una oportunidad de aumentar el control sobre el levantisco pueblo llano, la Reina Sancha proclamó un edicto que dotaba a la Iglesia de nuevos poderes políticos especiales. Fue entonces cuando Inocencio creó la Santa Hermandad, una organización religiosa encargada de velar por la pureza de la fe, el decoro y la absoluta entrega a la voluntad del Titán Oscuro.
A la cabeza de esta organización, Inocencio colocó a su hombre de mayor confianza, Clemente, su más querido discípulo, al que nombró Primer Hermano y le confirió el poder para vigilar a toda costa el cumplimiento de los nuevos preceptos religiosos. Clemente que vió en su nuevo cargo la oportunidad de crear una policía de la moral capaz de devolver al redil, se rodeó de los mejores miembros de la iglesia, los más capaces y los que mostraban una más férrea devoción, para conformar la Santa Hermandad. Pero, en secreto, el Primer Hermano codicia convertirse un día en el Supremo Líder de la Iglesia del Titán Oscuro y, ¿quién sabe? Quizás sea capaz de transformar toda calamburia en un estado regido tan solo por los preceptos de la fe donde él sea el único y celoso guardián.
Carmélida es la menor de tres hermanos. Toda su familia ha estado más o menos vinculada a la magia, por lo que ella fue educada en un entorno propicio para el florecimiento de esos dones. Su tía Minerva es una célebre erudita y actual directora de la Torre Arkana de Skuchaín; su hermano mayor, Periandro, es uno de los impromagos más poderosos y, a la par uno de los más sabios eruditos; pero su mayor referente fue su hermana Aurora, célebre alquimista de la Torre. Gracias a ella, Carmélida encontró su vocación en el conocimiento arcano de la transmutación de sustancias, la elaboración de venenos y la disección de animales. Sin embargo un día, al escuchar un sermón de Clemente, el Primer Hermano, sintió la mística llamada de un nuevo propósito y decidió poner todos sus dones al servicio de la Santa Hermandad. Clemente valoró positivamente sus habilidades que, rápidamente canalizó hacia las mejores y más retorcidas formas de extraer la verdad a los herejes. Así fue como se convirtió en la Segunda Hermana. La familia de Carmélida, no recibió con demasiado entusiasmo su nueva vocación, pero ninguno de ellos se atrevió a contradecirla pues su fe era demasiado grande para convencerla de que continuara con su prometedora carrera en la Torre de Magia.
Efélide ingresó en la Santa Hermandad siendo tan solo una niña. Educada con mano férrea y suma devoción, quiere seguir los pasos de Carmélida, su mentora, y poner sus habilidades al servicio de una fe que la conmueve hasta la ternura. Pero es algo torpe. Cada vez que tiene que sostener el cubo en la sala de torturas, su aprehensión la lleva a marearse y, muy a su pesar, todas las noches se levanta entre sudores fríos escuchando en su cabeza los chillidos agónicos de los torturados. Aún así, ella está convencida de que un día será capaz de superar sus imperfecciones y convertirse en una digna sucesora de su maestra. Lo que Efélide desconoce es que, en realidad, su verdadero nombre es Petequia, nombre que recibió en honor a su bisabuela, y que es una de las dos gemelas (Urraca y Petequia) nacidas del conveniente matrimonio entre rey Rodrigo VI y Elora, la reina pirata de Calzaria.
Ante la usurpación del trono de Ámbar por parte de Amunet, Emperatriz de los Dos Mundos, y el destierro de los reyes, Minerva Sybilla ideó un enrevesado plan para mantener a salvo a las dos gemelas herederas, por derecho de linaje, de una futura Calamburia unida. Minerva elaboró un plan compuesto de varios pasos que sorteara la persecución que Amunet estaba realizando contra los miembros de la casa real y que ya había acabado con la captura de Sancho, Zoraida y Melindres. Lo que hizo fue entregar una de las recién nacidas al fiel Capitán Cristóforo y la otra a su sobrino Periandro, exigiendo que a su vez las dieran en tutela a alguien de confianza y que no se contaran entre ellos ni le contaran a ella misma la ubicación final de las princesas. Las princesas Petequia y Urraca crecerían con otros nombres, sin saber su verdadera identidad hasta que llegara el momento adecuado. De este modo, aunque la propia Minerva fuera capturada y torturada por los demonios o sometida a un interrogatorio con magia oscura, no podría revelar el paradero de las herederas. Si bien Cristóforo, confió la pequeña Urraca al inmortal pícaro Drawets que la crió como hija suya, la inteligencia de Periandro le llevó a usar una estrategia más audaz: entregó la niña a la fe, bajo la custodia personal de su propia hermana Carmélida, a quien no le reveló su origen sino que la hizo pasar por su propia hija, sobrina por tanto de Carmélida. Criada en la Santa Hermandad, en Cuna de Oscuridad, cerca de la Emperatriz Tenebrosa, pasaría desapercibida y nunca sería descubierta, constituyendo, en caso de muerte de sus familiares, la única esperanza de la línea sucesoria.
LA SANTA HERMANDAD
Presentación
Ellos son la esperanza de la fe y el brazo ejecutor que mantiene unidas las débiles almas de los calamburianos. Desde que Inocencio recibió la revelación del Titán Oscuro, han puesto su férrea convicción al servicio de Amunet, la Emperatriz Tenebrosa copnvirtiéndose en aliados imprescindibles del inframundo. ¡Rezad vuestras últimas oraciones ante la presencia de la Santa Hermandad!
El trío
Clemente
Él fue el discípulo aventajado de Inocencio y, según cuentan, terminó por superarle en rectitud, convicción y, ante todo… humildad. Clemente aspira a ser la nueva mano que dirija las vidas de los hombres y mujeres de bien, así como la que purifique a los injustos e impíos. ¡Besad apasionadamente la mano de su eminencia Clemente, el Primer Hermano!
Carmélida
Jóven promesa de la alquimia, abandonó sus estudios al recibir la llamada del Titán Oscuro. No se siente orgullosa de pertenecer a una familia vinculada a la magia, pero es consciente de los beneficios que sus conocimientos de pócimas, filtros y disección ofrecen a la hora de arrancar verdades a los herejes. ¡Conmovéos ante la arrolladora fe de Carmélida, la Segunda Hermana!
Efélide
Ella ingresó en la Santa Hermandad siendo solo una niña, y se rumorea que es una hija no deseada de la mismísima realeza. Educada con mano férrea y suma devoción, quiere poner sus habilidades al servicio de la fe. Pero es algo torpe, tiene aprensión a la sangre y los gritos de los torturados le producen pesadillas. ¡Compadeceos del infausto destino de Efélide, la Tercera Hermana!