Cuando Elga era una niña, el pueblo enano estaba dividido en dos clanes enfrentados entre sí: los tuneladores y los forjadores. Pero un buen día, su madre, la sabia Alda, Herrera Mayor de la Fragua Arcana y Primer Martillo de los forjadores, decidió poner fin a los siglos de enfrentamientos. Existían precedentes de uniones entre clanes, de hecho, las familias gobernantes en los dos clanes estaban emparentadas y existía el deseo generalizado de volver a unir a todo el pueblo enano como en la legendaria Edad de Oro de la civilización subterránea. Tras varias reuniones con el líder de los tuneladores, su primo Othilin, Señor de los Túneles, acordaron prometer a sus hijos: la indómita Elga y el valeroso Otalan. Con esta hábil maniobra, Alda logró la unificación de los clanes bajo un mismo estandarte. Desde entonces, los enanos comparten entre sí sus avanzadas artes de perforación y su conocimiento en el forjado arcano e inscripción de runas.
Una vez unidos empezó la Edad de Plata de la civilización enana. El nuevo clan envió expediciones a los mundos de la superficie donde entraron en contacto con el resto de razas. A través de un hábil trabajo diplomático llevado a cabo en el Reino Faérico, Elga consiguió un puesto en el Concilio de las Damas, obteniendo el título de Dama de Acero, ganando el voto de su pueblo en la elección de la Dama Blanca y refrendando su poder como señora de los enanos. Allí fue donde conoció a Sörkh, a la que llama hermana y con la que forjó una duradera alianza basada en la sinceridad, la confianza y el amor por el aguardiente. Por otra parte, en sus expediciones a Calamburia, Elga entró en contacto con la torre arcana a través de galerías secretas y forjó una férrea amistad con el Archimago. Las malas lenguas han llegado a insinuar que hubo algo más que cariño entre Theodus y Elga, pero lo único que ha quedado escrito sobre piedra en las Crónicas Enanas, fue que la Dama de Acero forjó con sus propias manos la varita del primer archimago y se la entregó como regalo y símbolo de amistad.
De niña, Elga fue educada por su madre Alda en las artes arcanas: forja de armas mágicas e inscripción de runas arcanas. Su primo segundo Otalan, con quien se veía en secreto ya desde niña, le enseñó las antiguas artes del diseño de túneles y la demolición de roca y le sirvió de pareja en sus entrenamientos de combate. Fue una verdadera suerte que, dentro de los posibles matrimonios que su madre podía haber concertado para ella, el elegido acabara siendo Otalan. Era un buen partido. Hijo primogénito y heredero de Othilin, Señor de los Túneles, y gran guerrero. Con los años, le dió dos hijos: los gemelos Isaz y Dagaz. Aunque no consiguió hacer que concibiera una niña, futura heredera del título de Dama de Acero, algo de lo que Elga culpa a la falta de esfuerzo y dedicación de su marido. En su juventud, Otalan era un gran guerrero pero con los años ha perdido gran parte de su vigor. Ahora, en vez de guerrear o expandir los confines del mundo subterráneo, se dedica a destilar su propia cerveza y a tratar de pasar el menor tiempo posible con su mujer a la que parece temer más que a un desprendimiento de rocas. Por su parte, Elga asumió cada vez más funciones en el Reino Faérico en su dignidad de Dama de Acero convirtiéndose en una madre ausente para sus dos hijos. Su deseo más profundo y el motivo por el que ha decidido abandonar los túneles y participar en el torneo es conseguir una hija y heredera que le permita un día retirarse.
En sus múltiples estancias en la superficie, Elga traba una gran amistad con Sörkh, la Dama Carmesí y Señora de los Efreets, de quien recibió como regalo el legendario Rubí de Sangre. Las malas lenguas, de nuevo insinuaron que hubo más que amistad entre las dos Damas y que Elga fue a buscar, en el lecho de Sörkh, la llama que se había extinguido en el suyo propio. Pero, nuevamente, lo único que recoge la piedra es el generoso regalo de la Dama Carmesí, así como el uso que la Dama de Acero hizo de la gema mística. Cuentan las Crónicas Enanas que Elga forjó en secreto un ser hecho completamente de acero, frío e indestructible, que lo animó dándole vida con el poder de sus runas y que por corazón y alma le colocó dentro del pecho el místico Rubí de Sangre convirtiéndose en la primera mortal que había forjado vida con sus propias manos sin el uso de la magia. Dicen que a la criatura la llamó Serörkh, en honor a su amistad con la Dama Carmesí. Y dicen también que la criatura, a la que todos llamaban el Gólem Arcano, juró proteger a su creadora ante cualquier adversidad.
A pesar de su aspecto frío y maquinal, Serörkh tiene un carácter dócil ante su ama. Sin embargo, es capaz de convertirse en el asesino más letal si esta se lo pide. Su maza de guerra, el arma más pesada de toda Calamburia, que nadie salvo él sería capaz de levantar del suelo, fue forjada con el acero más puro. Su inteligencia no está muy desarrollada pero eso no significa que no tenga una voluntad de hierro y una relativa sensibilidad que solo manifiesta ante los animales y las flores. Su única función en el mundo es aniquilar los peligros que se ciernan sobre su ama… y hacer de canguro de los niños cuando sus padres sean llamados a tareas más relevantes. El sueño de Serörkh es viajar un día al Mar de Dunas, el árido desierto del Mundo Faérico donde, según le contó una vez su señora, su alma fue creada.
EL PACTO DE ACERO
Presentación
Como miembros del pueblo enano, provienen de las más oscuras profundidades de los túneles que separan Calamburia del Mundo Faérico. Su sagrada misión es mantener el flujo de la magia que circula por los túneles entre los dos mundos. Su legendario manejo de la forja y las runas solo es equiparable a su capacidad para aplastar, literalmente, a sus enemigos en la batalla. ¡Levantemos nuestras hachas de guerra ante el Pacto de Acero!
La pareja
Elga
Ella es la señora de todos los clanes enanos que viven bajo tierra. Mortífera guerrera, madre inflexible y diestra herrera de la Fragua Arcana, domina las antiguas artes rúnicas con las que forjó la varita del mismísimo Archimago. ¡Inclináos ante Elga, La Dama de Acero!
Serörkh
Él es la creación más avanzada de la Dama de Acero en la que combinó todos sus conocimientos como herrera mística y maestra de las artes rúnicas. Un guerrero inmortal creado en los hornos ancestrales de la Forja Arcana, con la piel de puro metal y una obediencia ciega a los designios de su señora. ¡Apartaos o sed arrollados por la implacable maza de Serörkh, el Gólem Arcano!