Las Hadas

Si los unicornios, con su magia y su soberbia constituyen la élite de los seres faéricos, las hadas no les van a la zaga. Con su habilidad para volar y hacer potentes sortilegios, eligieron ser dueñas del aire, más grácil y menos vulgar que la tierra firme. Mientras los demás seres mágicos beben el agua que toca el suelo y donde se bañan las ranas, las hadas beben directamente de la propia lluvia; mientras los demás se ven obligados a pastar o buscar su sustento entre la polvorienta tierra, ellas toman los frutos de los árboles más altos antes de que toquen el suelo; mientras el resto se arrastra, ellas viven, literalmente, muy por encima de las mundanales vidas de sus compatriotas faéricos. Su distinción es la de saber que, aunque no ostenten el poder –pues siempre una unicornia fue la elegida para sentarse bajo la Aguja de Nácar– son independientes en sus dominios y, si algún día faltaran los unicornios, serían sin duda llamadas a ostentar el título de Dama Blanca y gobernar sobre todos los seres faéricos.

El hada que gobierna los destinos de su pueblo, es conocida como la Dama Irisada y, a pesar de su aspecto angelical, se caracterizan por ser grandes guerreras. Melusina, por ejemplo, fue un hada ágil y poderosa. Eran famosos su dobles tirabuzones en el aire en mitad de una contienda. La mezcla de su magia de batalla y su rapidez surcando los aires la convirtió en la Dama Irisada más temida en toda la Historia del Mundo Faérico hasta que la artrosis de sus alas la obligó a retirarse.

Titania, su hija, y actual Dama Irisada, aprendió de ella la magia de batalla y sus habilidades de vuelo rasante, convirtiéndose en una mortal guerrera. También heredó de su madre la sabiduría que le permitiría guiar a su pueblo por el camino correcto. Su férrea educación hizo que no dudara al ponerse del lado de los druidas cuando los faunos y las ondinas se revelaron –amparadas por la traición del Círculo de las Ancianas– contra la legitimidad de Kárida, la nueva Dama Negra. Su sentido del deber, incluso la ha llevado a desobedecer a su ya retirada madre y unir sus fuerzas con las de los presuntuosos unicornios para devolver la paz al mundo faérico.

La vida de Titania ha sido tan dura como firme su voluntad de reponerse de los embates del destino. La primera herida fue la huída de su hijo mayor Hábasar, que se fugó con su amante, una prófuga y levantisca unicornia; la segunda se la infligió su propia madre cuando le retiró la palabra por apoyar la justa causa de los druidas; la última, se la está causando su pequeña hija y futura heredera, en quien depositó sus últimas esperanzas, al demostrarle en sus entrenamientos que aún dista mucho de dominar la magia de batalla al nivel al que ella lo hacía a su edad. Todo ello ha pasado factura a la serenísima Dama Irisada cuyos castigados nervios la han convertido en alguien irascible e incapaz de controlar sus estallidos de mal humor. Su hermosa apariencia es pues, solo una fachada que esconde un carácter explosivo, impaciente y con muy poca tolerancia a la frustración.

Su fiel guardián y acompañante es Ymodaván, un soldado anodino. En realidad son varios soldados: uno a la semana aproximadamente. Se trata de una serie de hados anónimos que se presentaron voluntarios a un puesto al que todos se han arrepentido de postularse. Su verdadero nombre ni siquiera es Ymodaván, pero su señora ha decidido llamar así a todos sus sirvientes para no tener que aprenderse sus nombres, ya que ninguno ha logrado superar aún los diez días de prueba a los que la Dama Irisada los somete… y ¡pobre del que la contradiga!


Las hadas están decididas a hacer lo correcto siendo fieles a los druidas y a la tradición ancestral, incluso si ello implica seguir un tiempo a las órdenes de Kárida, la nueva Dama Negra, a la espera de que alguien se percate de que son mucho más válidas para el puesto que ningún otro ser faérico.


LAS HADAS

Presentación

Ellas son la elegancia que domina los aires del mundo faérico. Con sus buenas formas, su magia y su elegancia de movimientos, las hadas serían la raza más hermosa, poderosa y digna de ostentar el título de Dama Blanca, gobernando sobre todas las criaturas del Reino Faérico… de no existir los unicornios, claro. ¡Una grácil reverencia para las Hadas!


La pareja

Titania

Ella es la señora de todas las hadas. Su magia de batalla y su pericia en el vuelo rasante hacen de ella uno de los seres más poderosos del Reino Faérico. Pero, tras su bondadosa y serenísima apariencia, se oculta un carácter explosivo. ¡Arrojad pétalos al aire ante la elegante presencia de Titania, La Dama Irisada!

Ymodaván

Él es un soldado anodino. Un hado anónimo que se presentó voluntario a un puesto al que nunca debería haberse postulado. Su verdadero nombre ni siquiera es Ymodaván, pero su señora ha decidido llamar así a todos sus sirvientes para no tener que aprenderse sus nombres y ¡pobre del que la contradiga! ¡Compadecéos de Ymodaván, el Fiel Guardián!

El Pacto de Acero

Cuando Elga era una niña, el pueblo enano estaba dividido en dos clanes enfrentados entre sí: los tuneladores y los forjadores. Pero un buen día, su madre, la sabia Alda, Herrera Mayor de la Fragua Arcana y Primer Martillo de los forjadores, decidió poner fin a los siglos de enfrentamientos. Existían precedentes de uniones entre clanes, de hecho, las familias gobernantes en los dos clanes estaban emparentadas y existía el deseo generalizado de volver a unir a todo el pueblo enano como en la legendaria Edad de Oro de la civilización subterránea. Tras varias reuniones con el líder de los tuneladores, su primo Othilin, Señor de los Túneles, acordaron prometer a sus hijos: la indómita Elga y el valeroso Otalan. Con esta hábil maniobra, Alda logró la unificación de los clanes bajo un mismo estandarte. Desde entonces, los enanos comparten entre sí sus avanzadas artes de perforación y su conocimiento en el forjado arcano e inscripción de runas.

Una vez unidos empezó la Edad de Plata de la civilización enana. El nuevo clan envió expediciones a los mundos de la superficie donde entraron en contacto con el resto de razas. A través de un hábil trabajo diplomático llevado a cabo en el Reino Faérico, Elga consiguió un puesto en el Concilio de las Damas, obteniendo el título de Dama de Acero, ganando el voto de su pueblo en la elección de la Dama Blanca y refrendando su poder como señora de los enanos. Allí fue donde conoció a Sörkh, a la que llama hermana y con la que forjó una duradera alianza basada en la sinceridad, la confianza y el amor por el aguardiente. Por otra parte, en sus expediciones a Calamburia, Elga entró en contacto con la torre arcana a través de galerías secretas y forjó una férrea amistad con el Archimago. Las malas lenguas han llegado a insinuar que hubo algo más que cariño entre Theodus y Elga, pero lo único que ha quedado escrito sobre piedra en las Crónicas Enanas, fue que la Dama de Acero forjó con sus propias manos la varita del primer archimago y se la entregó como regalo y símbolo de amistad.

De niña, Elga fue educada por su madre Alda en las artes arcanas: forja de armas mágicas e inscripción de runas arcanas. Su primo segundo Otalan, con quien se veía en secreto ya desde niña, le enseñó las antiguas artes del diseño de túneles y la demolición de roca y le sirvió de pareja en sus entrenamientos de combate. Fue una verdadera suerte que, dentro de los posibles matrimonios que su madre podía haber concertado para ella, el elegido acabara siendo Otalan. Era un buen partido. Hijo primogénito y heredero de Othilin, Señor de los Túneles, y gran guerrero. Con los años, le dió dos hijos: los gemelos Isaz y Dagaz. Aunque no consiguió hacer que concibiera una niña, futura heredera del título de Dama de Acero, algo de lo que Elga culpa a la falta de esfuerzo y dedicación de su marido. En su juventud, Otalan era un gran guerrero pero con los años ha perdido gran parte de su vigor. Ahora, en vez de guerrear o expandir los confines del mundo subterráneo, se dedica a destilar su propia cerveza y a tratar de pasar el menor tiempo posible con su mujer a la que parece temer más que a un desprendimiento de rocas. Por su parte, Elga asumió cada vez más funciones en el Reino Faérico en su dignidad de Dama de Acero convirtiéndose en una madre ausente para sus dos hijos. Su deseo más profundo y el motivo por el que ha decidido abandonar los túneles y participar en el torneo es conseguir una hija y heredera que le permita un día retirarse.

En sus múltiples estancias en la superficie, Elga traba una gran amistad con Sörkh, la Dama Carmesí y Señora de los Efreets, de quien recibió como regalo el legendario Rubí de Sangre. Las malas lenguas, de nuevo insinuaron que hubo más que amistad entre las dos Damas y que Elga fue a buscar, en el lecho de Sörkh, la llama que se había extinguido en el suyo propio. Pero, nuevamente, lo único que recoge la piedra es el generoso regalo de la Dama Carmesí, así como el uso que la Dama de Acero hizo de la gema mística. Cuentan las Crónicas Enanas que Elga forjó en secreto un ser hecho completamente de acero, frío e indestructible, que lo animó dándole vida con el poder de sus runas y que por corazón y alma le colocó dentro del pecho el místico Rubí de Sangre convirtiéndose en la primera mortal que había forjado vida con sus propias manos sin el uso de la magia. Dicen que a la criatura la llamó Serörkh, en honor a su amistad con la Dama Carmesí. Y dicen también que la criatura, a la que todos llamaban el Gólem Arcano, juró proteger a su creadora ante cualquier adversidad. 

A pesar de su aspecto frío y maquinal, Serörkh tiene un carácter dócil ante su ama. Sin embargo, es capaz de convertirse en el asesino más letal si esta se lo pide. Su maza de guerra, el arma más pesada de toda Calamburia, que nadie salvo él sería capaz de levantar del suelo, fue forjada con el acero más puro. Su inteligencia no está muy desarrollada pero eso no significa que no tenga una voluntad de hierro y una relativa sensibilidad que solo manifiesta ante los animales y las flores. Su única función en el mundo es aniquilar los peligros que se ciernan sobre su ama… y hacer de canguro de los niños cuando sus padres sean llamados a tareas más relevantes. El sueño de Serörkh es viajar un día al Mar de Dunas, el árido desierto del Mundo Faérico donde, según le contó una vez su señora, su alma fue creada.


EL PACTO DE ACERO

Presentación

Como miembros del pueblo enano, provienen de las más oscuras profundidades de los túneles que separan Calamburia del Mundo Faérico. Su sagrada misión es mantener el flujo de la magia que circula por los túneles entre los dos mundos. Su legendario manejo de la forja y las runas solo es equiparable a su capacidad para aplastar, literalmente, a sus enemigos en la batalla. ¡Levantemos nuestras hachas de guerra ante el Pacto de Acero!


La pareja

Elga

Ella es la señora de todos los clanes enanos que viven bajo tierra. Mortífera guerrera, madre inflexible y diestra herrera de la Fragua Arcana, domina las antiguas artes rúnicas con las que forjó la varita del mismísimo Archimago. ¡Inclináos ante Elga, La Dama de Acero!

Serörkh

Él es la creación más avanzada de la Dama de Acero en la que combinó todos sus conocimientos como herrera mística y maestra de las artes rúnicas. Un guerrero inmortal creado en los hornos ancestrales de la Forja Arcana, con la piel de puro metal y una obediencia ciega a los designios de su señora. ¡Apartaos o sed arrollados por la implacable maza de Serörkh, el Gólem Arcano!


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