Los Hidalgos

 

El apellido Colby está estrechamente enraizado con la comarca de Azarcón, uno de los mayores asentamientos de hortelanos de todo Calamburia. Esta familia noble ha regentado durante muchos años la producción de cereal, que luego se distribuye por todo el continente.

Por desgracia, regentar un puñado de hortelanos no es algo que dé mucho dinero, y menos desde que una gran mayoría se alzó en la Contienda de las Tres Fuerzas. Aquella rebelión dejó a los Colby muy afectados. Tanto es así, que el Archiduque descubrió las arcas de su palacio completamente vacías.

En la actualidad, los hortelanos han vuelto a trabajar la tierra, pero los Colby siguen tan arruinados como antes… o incluso peor, pues aunque se han empeñado en mantener las apariencias, no tienen dinero con el que costear todos sus lujos y deleites.

¿Pero cómo admitir, cuando procedes de sangre noble, que tu alcance económico es tan escaso como el de los hortelanos a los que comandas? Esto resulta imposible, y menos cuando en tu cabeza florecen los más elevados ideales sobre la caballería andante.

Así ha sucedido con sir Finnegan Colby, uno de los caballeros más estirados del reino. Finnegan creció estudiando libros sobre heráldica, esgrima, etiqueta, cultura clásica, historia, retórica, poética y cualquier cosa que, a la postre, terminara transformándole en todo un paladín. Con esa idea ha salido a recorrer mundo, una vez alcanzada la mayoría de edad.

Lo que finnegan no sabe, es que su familia se halla al borde de la miseria. Así pues, y movido por semejante ignoracia, empuñó su espada, enjaezó su caballo, tomó al más fiel de sus sirvientes y partió a recorrer la tierra en busca de hacer el bien a las buenas gentes. Se transformó, de este modo, en un caballero andante. Lo que siempre había soñado.

Por su parte, Edmundo, un joven lavandero de palacio, destacaba por ser un auténtico seguidor del apellido Colby. Su fidelidad siempre se demostró en el empeño con el que lavaba las más pudorosas prendas de ropa. Y es que frotaba calzoncillos y calzas con suma alegría, del mismo modo que limpiaba las letrinas de los desechos de sus señores.

Ser elegido y nombrado escudero ha sido uno de los mayores honores que haya podido recibir. Por supuesto, está muy al tanto de que su señor no tiene ni una moneda, y que lo poco que ganan viene de los donativos que las gentes les hacen cuando realizan algún bien. Sin embargo, Edmundo guarda un tesoro con el que espera cambiar su estrella: una C, que encontró en la forma de uno de los jabones.

El Titán le ha concedido participar en el torneo, ¿qué mejor compañía puede haber que llevarse a su señor consigo? Si ganan, deseará que sus nombres pasen a la historia como la más grande leyenda sobre caballeros andantes. Finnegan, por su parte, tiene un deseo diferente: él quiere una dama con la que desposarse. ¿Qué es un caballero sin una princesa? Además, habrá de rescatarla de alguna bestia oscura. Ése es su más elevado sueño.

Entretanto, y hasta que sean llamados a la arboleda de Catch – Unsum, Finnegan y Edmundo recorren la tierra en busca de nuevas aventuras, fama, y quizás algunas monedas. Convencidos de que quizás, algún día, sus sueños de andante caballería se cumplan.


LOS HIDALGOS

Presentación

Proceden de elevado linaje, visten ropas caras y han recibido la mejor de las educaciones. Recorren Calamburia buscando ayudar a los débiles, socorrer a los desvalidos y vencer a las fuerzas del mal, pues su meta es transformarse en los más famosos caballeros andantes del reino ¡Un fuerte aplauso para los Hidalgos!


La pareja

Sir Finnegan Colby

Representa el más absoluto ideal de caballería. Es de porte elevado, de soberbia educación, de moral intachable. Es una pena que su familia se haya gastado toda la fortuna, y que no tenga ni para comprar un cacho de pan.

¡Un educado saludo para Sir Finnegan Colby!

 

 

Edmundo

Es el escudero perfecto. Servicial, fiel y siempre dispuesto a ayudar. Incluso ahora que su señor se ha arruinado, cree férreamente en que, en algún momento, ambos se convertirán en una leyenda.

¡Saludad a Edmundo el Espigado!