Urraca I, “La Paciente”, reina de Calamburia, suele aparecer de cuando en cuando en el balcón del Palacio de Ámbar para dictar alguna ley. Los calamburianos la reciben extasiados al son de la música, los vítores y toda la fanfarria. A su lado, el Rey se muestra abstraído. Saluda cuando su mujer se lo indica, sonríe cuando debe hacerlo y se retira sin decir una palabra. Es Urraca quien habla siempre, quien dicta, promulga, saluda, agradece, sonríe, perdona o condena. Ella es la regente de la tierra, quien pone y quita, quien defiende las murallas de los ataques, sube o baja los impuestos, otorga el indulto a los ladrones de medio pelo y corta la cabeza a quienes han cometido un crimen de verdad. En el salón de palacio ocupa el trono más alto, y mientras su marido siga catando prostitutas y drogas, ella continuará siendo la Reina. La Reina, con mayúsculas. Sin embargo, Urraca nunca fue preparada para reinar. La línea dinástica pasaba por su hermana mayor, Petequia. Ciertos avatares hicieron que la hermana menor terminara siendo la reina. Nadie sabe bien la historia… El trono de Ámbar es hermoso por fuera. Sus almenas atrapan la luz del atardecer y la vierten sobre los jardines de lobelias. No obstante, en el interior, sus pasillos y salas bullen de intrigas palaciegas. Los doscientos sirvientes, los concineros, los chambelanes y los mayordomos cuentan que Petequia era descuidada y casquivana. A palacio entraban hombres de todas las edades y clases sociales. Las fiestas se extendían durante semanas, en un derroche de excesos que amenazaba con arruinar el reino. Urraca, en aguda previsión de los acontecimientos, urdió un elaborado plan con objeto de expulsar a su hermana. La engañó y, antes de que Petequia se diera cuenta, había sido desterrada a la linde del Bosque de la Desconexión. Allí vive hoy como una montaraz, criando un hijo algo corto de miras que, según se cree, lleva los genes del Rey, y por tanto el derecho a heredar el Palácio de Ámbar. Urraca ha demostrado ser una reina justa; ni buena ni mala. Contrajo matrimonio por obligación, pero lo ha hecho con alguien a quien no le importa reinar. De este modo ella sigue asegurándose el control. De cuando en cuando, su marido establece alguna ley absurda, pero pasa poco tiempo antes de que Urraca vuelva a restablecer el orden. Ella se preocupa por el pueblo y procura mantener la paz y la estabilidad, por eso, quizás, nadie tiene en cuenta que, técnicamente, el puesto no le corresponde. Desde pequeña, Urraca fue educada en las artes de la improvisación. Su padre la adoctrinó en ello y, además, le legó un misterioso cofre que debía ser abierto en una fecha concreta. Han pasado los años y la fecha ha llegado. La Reina, siguiendo las órdenes de su padre, ha abierto el cofre. Para su sorpresa había una C en su interior. Ahora, junto a su marido, se prepara para asistir al Torneo de Calamburia. Cree que ella debe ganar, pues el poder que encierra la esencia de la divinidad no estará en mejores manos que las suyas.
LOS REYES
Presentación
Ahora rogamos por favor un momento de solemnidad para recibir a aquellos que en pos de mantener la estabilidad y la paz del Reino, no dudarán en ejecutar la más determinante de las condenas para ganar este torneo y asegurar su trono.
Con todos ustedes, sus Majestades los Reyes de Calamburia!
Lema
Impro iacta est
La Pareja
El Rey. S M Rodrigo V.
Descendiente de el más noble linaje, el cual se remonta hasta los primeros hombres. Ahora, es necesario reclamar de nuevo su protagonismo en el reino, alzar de nuevo su apellido, aplastar la disidencia y enseñar quién manda aquí. Siempre y cuando le parezca bien a su esposa. El es… S M Rodrigo V.
La Reina. Doña Urraca I
Apodada “La Paciente”, y con la más estricta educación de los maestros improvisadores del Palacio de Ámbar, viene dispuesta a demostrar la hegemonía de la realeza y a acallar los rumores de quienes calumnian sobre su derecho al trono. Luchará como una reina para ganar este torneo de forma justa. Ella es…Doña Urraca I de Calamburia.
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