Los Pícaros de Calamburia

Jimena, Laurencia y Drawets, los tres hermanos que un día pertenecieron a una adinerada familia de comerciantes. De ellos, sólo Jimena continuó el oficio familiar. Drawets y Lurencia, en cambio, no tardaron en transformarse en amigos del engaño, el timo, las adulaciones interesadas… ¿cómo llegaron estos dos hermanos a codearse con los bajos fondos, cuando procedían de una familia acomodada?

El caso de Laurencia es fácil: su afición al licor conocido como Sangre del Titán. La joven probó esta bebida siendo una adolescente, y desde entonces no volvió a despegarse de una botella.  Tanto fue así que renunció a su propia hija Tempranilla, dejándola al cuidado de Jimena. ¿Y Drawets? Algunos piensan que su habilidad para seducir a hombres y mujeres le condujo de manera inevitable hacia el oficio de pícaro; otros creen, a pies juntillas, que a pesar de su acomodada posición ya había nacido para regentar las artes del engaño. Sea como fuere, los dos hermanos terminaron dejando la familia.

Durante años, Drawets y Laurencia se ganaron la vida como pudieron; él, seduciendo a pobres ilusos que le cedían su dinero a cambio de promesas de amor y aventuras alejadas de la monotonía; ella, haciendo trampas en el juego, engañando a los pardillos y ganando apuestas de beber. Sin embargo, los dos hermanos aspiraban a algo más grande, algo que les cambiara la vida.

Su ocasión llegó con la convocatoria del Torneo de Calamburia, tal y como solía ocurrir una vez cada cinco años.

La famosa C del titán fue descubierta por los seleccionados; un privilegio que nadie podía ganarse con su esfuerzo, su inteligencia o sus contactos. La famosa “entrada” era recibida al azar sin importar la clase social o el poder de la persona. Nadie sabía qué criterio utilizaba el Titán, pero lo cierto era que la Esencia de la Divinidad, el famoso premio concedido a los ganadores del Torneo, podía estar al alcance de cualquiera.

Sí, de cualquiera. Drawets y Laurencia también podían ganarlo, sin embargo, a ellos no les llegó una C. ¿Cómo se había podido olvidar el Titán a unos personajes tan relevantes para Calamburia? Eso pensaban ellos. Los dos pícaros estaban indignados, enfurecidos, pasmados con el hecho de haber quedado fuera de la selección. Entonces Drawets tuvo una idea.

¿Y si robaban la C? El Titán, aletargado como estaba en el centro de la tierra, nunca se enteraría. ¿Qué importaba que uno u otro acudieran al torneo? Ése iba a ser el robo de su vida; el mejor y más alto de los trapicheos. A Laurencia le encantó la idea.

Por supuesto, no se decantaron por robar la C a cualquiera de los participantes. Hacía tiempo que Laurencia le tenía ojeriza al Comendador de Instántalor. Les había apresado en diferentes ocasiones por disturbios públicos y timo, y siempre les mandaba echar en la celda más sucia y oscura. El Comendador había recibido una C, y lo había anunciado con toda la fanfarria posible. Se merecía perderla.

De este modo, los dos hermanos se las ingeniaron para robarle. No obstante, no planearon bien su escapada, y el Comendador les dio caza antes de que alcanzaran la arboleda de Catch – Unsum. Esta vez, la condena fue mucho peor que pasar unas noches a la sombra: ambos morirían decapitados.

El día de su ejecución, los dos hermanos fueron conducidos al cadalso entre los abucheos del populacho. Pero entonces, cuando Drawets presenció el hacha del verdugo pendiendo sobre su cuello, elevó una súplica al Titán, le pidió perdón y le juro que, si les salvaba la vida, ambos se convertirían en sus eternos servidores.

Nadie conoce la razón de los designios del Titán, por qué escucha a unos e ignora a otros; pero el caso es que, en aquella ocasión, el poderoso dios de Calamburia se apiadó de los dos hermanos y decidió salvarles. Drawets y Laurencia desaparecieron en un segundo, ante la asombrada mirada de los ciudadanos, y volvieron a materializarse en Catch – Unsum. Se habían transformado en los futuros presentadores del Torneo… para toda la eternidad. Si fallaban a su promesa y escapaban de sus labores, el Titán acabaría con sus vidas.

Desde entonces, Drawets y Laurencia presentan cada una de las contiendas que tienen lugar en Calamburia. El Titán sigue contando con su ayuda. Ninguno de los dos ha envejecido, a pesar del transcurso de los años. Hay quien dice, incluso, que nada ni nadie puede matarles, que son inmortales del todo, pues pertenecen al Titán en cuerpo y alma. Nadie sabe si esto es cierto o no, pero la verdad es que tras muchas guerras, contiendas y amenazas, los dos hermanos no han presentado ni un solo rasguño.

Con los años, sin embargo, parece que la voluntad del Titán se ha ablandado. Ahora, los dos hermanos cuentan con algún día de relajo, de tal modo que se ha visto presentar el Torneo a otros héroes de Calamburia. ¿Será que sus años de penitencia están tocando a su fin, y que el Titán está a punto de liberarles de sus responsabilidades? Éste es otro de los misterios que ni siquiera ellos pueden resolver; de cualquier modo, ambos están más felices y relajados. Incluso se han permitido el lujo del amor.

Laurencia se ha topado con Banjuló, uno de la famosa pareja de Los Mercaderes. Entre los dos ha surgido una aventura que pocos entienden, pero que les mantiene unidos en una especie de romance apasionado, fruto de su mutuo amor por enriquecerse a costa de los demás. Esto ha introducido a Banjuló en el grupo de pícaros, tras abandonar a Ujaranza, su anterior pareja.

Ahora, los tres pícaros pelean juntos por sus propios intereses y, de vez en cuando, por el bien del continente.

Hasta que el Titán decida liberarles del todo, claro.

ANTIGUA FICHA DE LOS MERCADERES


LOS PÍCAROS

Presentación

Hace mucho tiempo fueron tramposos, ladrones y estafadores de mucho cuidado. Hoy en día, hay quien dice que intentan enmendar sus errores, pero la cruda realidad es que se dejan seducir fácilmente por los tres principales placeres terrenales: la pasión de la carne, las bebidas espirituosas y el poder del dinero ¡Caed en la tentación con los pícaros de Calamburia!


El trio

 drawetsDrawets

Fue condenado a presentar todos los torneos de Calamburia, pero al fin ha enmendado su alma y se ha transformado en un héroe más.

Explorador del bolsillo ajeno, Señor de las adulaciones interesadas, galán frente a las damas y caballeros, golfo a jornada completa

¡El es Drawets, el picaro!

laurenciaLaurencia

Amante y vividora, pícara y borracha. Quienes la conocen, saben que se halla en una fiesta permanente; siempre con una botella de la Sangre del Titán, el mejor vino de toda Calamburia.

Tiene el record de más alcohol ingerido en la Taberna Dos jarras, pero no os confiéis.

A pesar de su estado, está muy lúcida. ¡Ella es, Laurencia!

 banjuloBanjuló

Era todo un prodigio intelectual, una joven promesa de la erudición… hasta que conoció el arte de comerciar y timar.

A partir de entonces cambió su nombre, vendió sus libros de ciencias y matemáticas, y se empeñó en conseguir a buen precio todo lo que cayera en sus manos.

¡Él es Banjuló, comerciante entre los comerciantes!