55. EL COLAPSO DEL INFRAMUNDO II

Los últimos coletazos del Maelströn lanzaron hasta el Inframundo a un grupo de héroes que, como venía siendo costumbre, no habían muerto. Para cuando Zora, Banjuló, Sirene, Teslo, Irving, Olazir y Den Shiao Kan se dieron cuenta de que estaban atrapados en el reino de los muertos, la Emperatriz Tenebrosa ya se dirigía hacia ellos, dispuesta a torturarles por toda la eternidad.

-¡Tenemos que escapar de aquí! –reclamó Zora- ¡Hay asuntos de gran importancia que me reclaman en la superficie!

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-Es más complicado de lo que parece, mortal –Den Shiao entornó la mirada-, el vórtice ha dejado de ejercer su influencia en este reino, no podremos escapar con la misma facilidad de antes.

-¡Es cierto! –añadió Teslo, mientras realizaba algunas mediciones- No hay ningún brazo del Maelström que llegue al Inframundo, ¡estamos atrapados!

-Que el Titán se apiade de nosotros –oró Irving-. Ya escucho cómo se aproxima la Emperatriz Tenebrosa.

Justo en aquel instante, como si aquella súplica hubiera sido escuchada, Ventisca emergió de entre las sombras. El destello luminoso de sus ropas evidenciaba que la personalidad de Brisa dominaba en su interior. Habló despacio, posando su mirada en cada uno de los héroes.

brisa brillante ventisca

-Existe una manera: el orbe de la resurrección. Kashiri lo tiene en su poder. Si se lo arrebatáis, la salida de este lugar estará disponible para vosotros.

No dijo más. Desapareció igual que había hecho, como por arte de magia. Los héroes quedaron en silencio, hasta que de repente, Banjuló dijo:

-Oye, que si me la entretenéis lo suficiente, yo puedo afanársela. Pos anda que no tendré yo experiencia en sisar.

Y mostró una sonrisa desdentada.

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-No sé si me parece buena idea. Creo que… -comenzó Teslo, pero no fue capaz de dar fin a su argumento, pues un rayo de energía lo lanzó por los aires.

Kashiri había llegado.

-¡Protegeos! –gritó Irving.

Alzó su colgante contra Kashiri, con intención de establecer un círculo de protección en torno a los héroes.

-¡Guardiana del Inframundo, retrocede! –gritó, evocando la protección del Titán.

Kashiri dejó escapar una sonora carcajada, apuntó el báculo y lanzó otro rayo. La cúpula de protección funcionó unos segundos, pero no logró detener el ataque. Un halo de energía chisporroteante envolvió a Zora, que cayó al suelo inconsciente.

-¡Hay que detenerla! –gritó Sirene- ¡Utilicemos nuestros poderes!

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Se adelantó junto a Den Shiao Kan, y entre los dos utilizaron su magia para contrarrestar a la de Kashiri. Olazir también decidió unirse. El toque de su arpa infundió valor en sus amigos, al tiempo que potenciaba la intensidad de sus hechizos. Entre los tres enviaron un golpe de fuerza contra Kahiri, que la dejó atontada unos segundos.

-¡Ahora! – Gritó Olazir al mercader.

Banjuló se aproximó por un lado. Sus dedillos se agitaron nerviosos, como si ya saborearan el tesoro con el que estaban a punto de hacerse. Sin embargo, Kashiri despertó antes de tiempo, más enfurecida que nunca. Sus ojos se posaron en el mercader.

-¿Qué buscas, vil alimaña? –le preguntó.

-Yo… pues…

-¡Oh, no! –gritó Sirene- ¡Ha descubierto sus intenciones! Jamás conseguiremos el orbe. ¡No podremos salir de aquí, y yo tengo examen la semana que viene!

Kashiri extendió su báculo, dispuesta a convertir en polvo al mercader. Un haz de oscuridad emergió de la punta, con la potencia suficiente como para arrebatarle la vida. Pero no llegó a alcanzar el blanco; un cuerpo se había interpuesto. El rayo dio contra éste y lo lanzó despedido varios metros. La Emperatriz, y todos los que se hallaban presentes quedaron desconcertados. ¿De quién se trataba? Una humareda envolvía la atmósfera, fruto del combate. De entre ella emergió Drawets, tenía un agujero en sus ropas justo allí donde había sido impactado. Por lo demás, no presentaba ni un rasguño.

drawets inmortal herida fuego

-Im… ¡imposible! –declaró Kashiri- Ese ataque debía haberte matado. ¿Cómo has…?

-¿Es que no lo sabes? Hace mucho que soy propiedad del Titán. Sólo él puede matarme.

-¡No… maldito!

Kashiri se preparó para un segundo ataque, pero entonces notó que le faltaba algo.

 

-¡Mi orbe!

La sorpresa de la aparición de Drawets la había distraído sólo un segundo, el tiempo suficiente para que Banjuló se hiciera con el artefacto.

-¡Vámonos! –gritó Irving.kashiri banjulo

De un salto, Den Shiao Khan alcanzó el orbe y liberó sus poderes. En un instante, todos estaban fuera del Inframundo. Fuera para siempre.

-¡Libres! –gritaron.

-Oye, Drawets –susurró Banjuló-. Muchas gracias por la ayuda. Igual yo puedo devolverte el favor en algún momento.

 

-Claro, encontraremos el modo –el pícaro le guiñó un ojo-. Ven, ¿conoces a mi hermana? Creo que os llevaréis genial.

banjulo y drawets            -Debo componer una canción de esto –dijo Olazir, al tiempo ponía rumbo al Palacio de Ámbar.

-¡Y yo Estudiar! –intervino Sirene- ¿Por donde se va a Skuchain?

De este modo, cada uno se alejó por su lado.

-Al fin –Dorna les observaba en lo alto de una colina, sin que nadie se hubiera percatado de su presencia-. Todos han salido de una vez por todas; es el momento de acabar con el Maelström y dar comienzo a una nueva etapa. Una nueva guerra se aproxima; una contienda entre tres fuerzas… en la que yo saldré victoriosa.

dorna mirando

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